Bajo el cristalino mar de Formentera se encuentra el organismo vivo más grande y longevo del mundo: una pradera de Posidonia de 100 000 años que mide 700 kilómetros cuadrados. En tierra firme, una isla de perfil caprichoso, que antaño sirvió como guarida de piratas y ahora alberga a multitud de artistas. Sus puestas de sol han dado la vuelta al mundo, así como su oferta cultural y gastronómica.
Son muchos los que optan por hacer una «excursión» de una jornada a la menor de las Islas Pitiusas. En nuestra opinión siempre vale la pena permanecer más de una noche en la isla, pero si quieres visitar y conocer Formentera en un día, te presentamos una pequeña guía para que no te pierdas los lugares imprescindibles de este paraíso.
Lo mejor en un día
Comenzar la jornada con un baño en las aguas turquesas de la Platja de ses Illetes es una experiencia casi única. A medida que avanza el día y va llenándose de turistas, se recomienda trasladarse a la Platja de Llevant, donde se puede saborear la tranquilidad durante unas horas más, para terminar la mañana deteniéndose junto a los estanques salinos.

No hay energías perdidas que no puedan reponerse con una comida en Sa Platgeta. Cualquier plato de arroz, pescado o marisco fresco será una buena elección. Después, una larga sobremesa bajo la sombra de las sabinas de su terraza, antes de subir al mercadillos de La Mola, donde artesanos venidos de todos los confines del mundo ofrecen piezas únicas. Todo ello aderezado con buena música en directo. Si hemos llegado hasta este punto, conviene acercarse a los acantilados del faro de La Mola.
Cuando el sol comienza a esconderse en el horizonte llega el momento de acudir al faro del Cap de Barbaria, el mejor lugar de la isla donde dar la bienvenida a la noche, tan prolífica y llena de atractivos en Formentera como el día. Tras el ocaso, nada mejor que agasajarse con una suculenta cena en la acogedora terraza de Can Dani, en cuyos fogones solo se encuentran productos de la isla, cocinados con mimo y sofisticación.